2 feb 2014

para siempre

Esta noche es distinta a cualquier otra, hace casi siete meses perdí una de las personas que mas quería en mi vida. Mi abuela. Trabajadora incansable, modista en la intimidad de su casa…pero también fue Abuela, maestra, amiga… a ella debo mi pasión a las plantas, al mar, a las estrellas… Hoy es un día duro para mi su recuerdo me visita esta noche, llenando mi cabeza de palabras, de momentos, de mi infancia… Me acurruco entre la sábana, miro el reloj marcando las horas que no duermo, apago la luz y respiro hondo. Cierro los ojos… y apareces. Apareces con tu piel blanca y fría, helada, endurecida, recostada en esa cama de hospital, como si estuvieras dormida. Y a tu lado mamá, acariciándote entre lágrimas la mano. Y a tu lado yo, acariciándote entre angustias el rostro. Te llamo, te hablo, te beso la mejilla y se me hielan los labios. Te cojo el rostro entre mis manos para darte calor. Te susurro al oído que ya estoy contigo, que ya he llegado, que tienes que despertar porque tengo que despedirme de ti. Pero tú sigues dormida. Y yo me quedo solo contigo. Hablándole a tu silencio infinito, a tu rostro casi transparente, hablándole a mi infancia, a todos mis recuerdos… Abro los ojos y enciendo la luz. Sobresaltado agito la cabeza, como si con ello pudiera sacar tu imagen de ella. Enciendo un cigarro y me fumo todos mis sentimientos de culpa. Por haber llegado unos minutos tarde, por no haberme quedado a dormir contigo la última noche, por no interpretar aquella despedida tuya el último día… 
“Mañana vengo a la hora comer, ¿vale?”, te dije mientras te acariciaba la mano. Una duda escondida tras una triste sonrisa...
Tragándome las lágrimas. Y tus ojos me siguieron hasta la puerta, sin que mi torpeza fuera capaz de descifrar tu mensaje. Te dejé allí sentada, luchando hasta el final contra la presencia de la muerte. Sin quejarte, sin querer contarnos tus dolores ni tus miedos para no entristecernos más, aparentando una fortaleza que hacía meses que ya te había abandonado. Manteniendo una dignidad que desde siempre te había acompañado…  
Apago el cigarro y la luz, casi al mismo tiempo. Apago todos mis recuerdos, mis pensamientos, mis tristezas, mis lágrimas y vuelvo a cerrar los ojos. Un minuto, quizás dos, de calma, de mente en blanco, de inducción al sueño. Y vuelves… esta vez desde mucho más lejos, desde un pasado desenfocado. Me veo de niño en el jardín de nuestro Tartessos, de noche, a las horas en las que los niños ya están durmiendo, mirando contigo el cielo y escuchando atentamente tus historias. Me veo ayudándote a trasplantar los hibiscos de mamá y escuchándote mientras me dices que no mate las lombrices, que son buenas para las plantas porque hacen agujeros en la tierra y la oxigenan. Te veo sentada en la mesa, después de comer, a diario,cosiendo. Te veo, me veo… 
No te vayas aún. Quédate a mi lado un rato más. No te vayas, que todavía no he podido hablarte de mis recuerdos. No te vayas aún…Todavía tengo que contarte más secretos. Tengo que contarte todavía que adoraba las mañanas que pasaba jugando contigo, sentado sobre tu pecho, estrujándote la cara. Tengo que confesarte también que me encantaba mirarte mientras arreglabas el jardín. Puede que por eso, ahora, me guste tanto llenar la casa de flores en primavera. Tengo que decirte que recuerdo tus besos en el pelo mientras jugaba y aquellos días en la playa, donde me enseñaste a nadar… Y después, a adorar el mar. Y a escucharlo. Y a comprenderlo. Y a añorarlo. Quédate un poco más aún. No me dejes solo con esta montaña de recuerdos. Si no te vas, soplaré sobre tu rostro unos vientos de Levante, el que nos gustaba tanto a los dos, el que mamá odiaba… Te traeré el Sur, tus tartessos, tus pinares, tus patroness, tus cometas, tus bahías saladas. Tu infancia y la mía…  Si te quedas podré leerte algunos versos de Benedetti, o alguno, incluso, de los mios... Podremos, si quieres, buscar palabras nuevas en el diccionario. O podremos, también, quedarnos callados, arañándonos las ganas, tozudos los dos, los dos orgullosos... Sin decirnos nada. No te vayas aún. Quédate a mi lado… Porque tengo miedo de que te vayas sin saber cuánto te quiero… Y enciendo la luz y abro los ojos, una vez más. Porque no quiero tus recuerdos. No quiero tu imagen encerrada en mi cabeza. No quiero tus fotos. No quiero soñarte… Yo quiero tu piel, tus manos, tu voz, tus abrazos, tus sonrisas, tus miradas. Pero ya no te veo. Ni te escucho. Ni puedo tocarte. Ni te siento… No estás, no existes, ya no eres. Y cuando me doy cuenta de ello la cordura se me evapora por la piel. Porque este cerebro que tengo no puede comprender, nunca podrá comprender, cómo alguien que ha sido todo puede ser ahora nada…. Vuelo a apagar la luz. Tu recuerdo ya se ido por la ventana, subo la persiana miro las estrellas, me despido de ti, tu recuerdo ha venido esta noche a acariciarme la cara con una suave brisa, estés donde estés ahora, se que me estarás viendo, que estas orgulloso de mi, por que te llevo dentro muy dentro…Este es mi homenaje hacia ti, de la única manera que se.. escribiendo...

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