se nos inserta un cargador con munición de
egoísmo de vinilo, miseria de diseño, desconfianza prensada en
marketing, telediarios, redes, luces de neón donde por unos cuantos
billetes consigues trece minutos y treinta y un segundos de felicidad prefabricada del tipo celuloide
nos retraemos atados a la ley de la gravedad, chequeamos nuestro nivel de resistencia, la de nuestras fibras nerviosas.
los de arriba, ciegos sordos y mudos se encargan de apretar el gatillo
con el dedo índice, el percutor retorna abruptamente a su posición
original y golpea a la aguja percutora, que a su vez golpea
violentamente el fulminante del culote, provocando la ignición del
combustible impulsante y el disparo...bang.
No hay comentarios:
Publicar un comentario